domingo, 29 de agosto de 2010

REED: MÉXICO INSURGENTE




     Por Joaquín Peña Arana

     Ser el primer filme de ruptura sobre la Revolución Mexicana es la gran virtud de Paul Leduc y su ópera prima. No pretendo decir que esté sobrevalorada (aunque tampoco se descarta)  pero es indudable la gran distancia entre Reed: México Insurgente y las películas de la misma temática que le precedieron, atestadas de orquestaciones dramáticas, argumentos elocuentes e idealización. 

      El lento ritmo de la película - al punto del aburrimiento o la monotonía -  tuvieron la intepretación de autenticidad. Cine desprovisto de adornos, un cuasineorrealismo mexicano.  

¿Las fallas? Si las queremos ver: desde un Claudio Obregón que en nada se parece a John Reed; un John Reed que se presenta ¡hablando totalmente en español sin nada de acento (tómala)!; revolucionarios expresándose a veces con una pulcritud que no veo con qué cara critican a las (llamadas) telenovelas históricas.  Pero bueno, Leduc se concentró más en darle a su filme la sensación de reproducir con fidelidad (hasta donde se pudo) las páginas del libro de Reed.

¿Qué los próceres revolucionarios son mostrados demasiado humanos?, si mal no recuerdo así los vio John Reed. Leduc sólo se apegó al libro,¿no?

Vale echarle un vistazo a Reed: México Insurgente. Es una película importante. Con el tiempo los defectos de cualquier filme brotan, es una circunstancia ineludible. Apreciemos mejor la propuesta de Leduc. 



domingo, 22 de agosto de 2010

CORALINE







 Por Joaquín Peña Arana


     La libertad de Coraline es amenazada por lo menos esperado: sentirse atendida.

     Porque, en este caso, no se trata de una película donde los papás no quieren a la protagonista, en realidad, no le dan el tiempo que ella reclama. Pero no por ello Coraline es una niña triste. Al contrario. Ella es lista y está interesada en el lugar donde se ha mudado. No le gusta detenerse. Por eso atraviesa la puerta.

El asunto de cómo serían las cosas en un mundo paralelo no es nuevo en el cine pero la forma en que se aborda en Coraline patentiza la curiosidad de su protagonista pero también la pervención detrás de las apariencias.  Nos ocurre de vez en cuando en la vida real.  Las personas se muestran ante nosotros bondadosas, buena onda, risueñas, dispuestas a contagiarnos de alegría. A cambio hay un precio. 

Coraline puso las cosas en la balanza. Descubrió algo que, a sus 11 años, no sabía: ama a sus padres, a los de verdad, no a los otros.  Tendrán sus defectos pero prefiere esta realidad.  La circunstancia, entonces, es evitar que el otro mundo amenace al suyo. 

Tecnicamente, Coraline cosechó y sigue cosechando elogios desde su estreno en el 2009. Algunos se detienen en el hecho de ser la primera película stop-motion filmada en 3D, lo cual es meritorio, pero si algo aprendí del cine en tercera dimensión que vi en mi niñez y adolescencia es que de nada sirve recrear la profundidad en la imagen si no hay una historia buena qué contar.  Coraline igual pudo haber salido en dos dimensiones y no se demerita.

Para realizar esta colaboración leí algunos artículos y me encontré con elogios encendidos hacia el trabajo de Neil Gaiman, el autor de la novela que dio origen al filme, incluso lo ven como quien le partirá su mandarina a J. K. Rowling.  En tanto eso ocurre, los fans del género no deben perderlo de vista. No descartemos que ofrezca otra sorpresa por ahí. 




domingo, 15 de agosto de 2010

FANDO Y LIS






    Por Joaquín Peña Arana

     Ricardo Arjona sí que la tuvo muy bien planeada. Supo desde un principio que la fórmula para obtener su ansiada notoriedad fue tocar el tema de siempre: la religión.  Hasta eso, en vez de entrar al lugar común de echar pestes de Jesús, compuso una canción elogiándolo pero aprovecha para denostar a la institución eclesiástica y a los seguidores del culto. Resultado: el éxito.

  Lograr la notoriedad no es tan dificil cuando se carece de escrúpulos. “¿Qué dice la sociedad que no debe hacerse?, ah pues yo voy a hacer lo contrario”. Creo que es un truco, simplón, obvio pero efectivo y lo mejor de todo: funciona. Le resultó a Arjona. Le resultó también a Jodoroswsky.

  Fando y Lis es su primer filme. En 1968 fue todo un escándalo, cómo no lo iba a hacer. ¿De qué trata? Pues…Fando y Lis se adentran a un viaje a la búsqueda de la ciudad de Tar en medio de una serie de cuadros absurdos y totalmente incoherentes entre sí. ¡Pero de eso se trata, es cine provocador, cine de ruptura, cine vanguardia, cine no comercial, cine único e irrepetible (afortunadamente). Sí, sé que Jodorowsky es una especie de dios vivo para algunos que se las dan de ilustrados, ilmuninados y conocedores que les daría diarrea si los invitaran a ver La Era de Hielo o una de Ben Stiller, pero tengo mis reservas con esos que dicen hacer un cine alternativo, experimental o no sé qué tantas trinches etiquetas gustan colgarles.

  No estoy diciendo que no la vean. Disfruten de Fando y Lis si les place, o de El Topo o de Santa Sangre. Cada quien su onda. De hecho nada tengo que decir contra los que le tuvieron fe y aceptaron actuar en esas y en otras, lo mismo Juan José Arreola, Alfonso Arau, David Silva o el entrañable Héctor Martínez El Borrado. Mi bronca no es contra ellos, vamos, ni siquiera contra Jodoroswsky. Es que simple y sencillamente estoy harto que me vean la cara y me hagan perder el tiempo. Y ese sentimiento igual se aplica para las mafufadas de quienes hacen cine dizque de vanguardia que para el peor producto hollywoodense que recaude millones. 

  P.D: Jamás haré una reseña de El Topo porque prefiero mantenerme al margen de esa película por puro respeto a la memoria del Maestro 1. 




lunes, 9 de agosto de 2010

GREGG TOLAND





   Por Joaquín Peña Arana  

    Sí, de acuerdo, El Ciudadano Kane es la obra maestra de la cinematografía,  ocupa desde hace más de 40 años el número 1 de la lista de Sight & Sound y Orson Welles se consagró prematuramente con esta película.  Pero sigo teniendo algunas dudas.

Welles tenía 27 o 28 años cuando inició la filmación.  Ya era un genio creador en los circuitos del teatro neoyorquino y había aterrorizado a miles con su versión radial de La Guerra de Los Mundos. Pero ¿qué sabía de hacer películas? Sí, el cine como género para contar historias toma aspectos medulares  del teatro pero ¿saber manejar una lente, iluminar, jugar con las imágenes?  Aquí es donde entra el director de cámara Gregg Toland.

Toland ya era Toland en el cine hollywoodense cuando se acercó a Welles para pedirle lo incluyera en la filmación de El Ciudadano Kane.  No queda duda que la labor colaborativa entre ambos permitió delinear la estética de El Ciudadano. Pero insisto: Welles no era hombre de cine.  ¿De verdad aprendió el lenguaje cinematográfico en cosas de meses? Y sí se puede, claro que se puede, pero ¿a partir de eso crear una obra maestra?

Es que a veces me pregunto si en verdad Welles le decía a Toland qué hacer o si Toland simplemente se dedicó a resolverle sus broncas al joven director. “¿Qué quieres, Orson, que se vea entrar a Kane al cuarto, su esposa en la cama y la medicina en primer plano, todo en un solo encuadre? No hay bronca, le pongo un angular, ¿cómo ves?”.  De hecho, falta revisar su obra previa al Ciudadano Kane. Algunos creen ver en películas como Cumbres Borrascosas, Las Uvas de la Ira y Hombres Intrépidos los “avances cinematográficos” que se le atribuyen exclusivamente al Ciudadano: uso del angular, planos bajísimos hasta el suelo, uso del contraste, composición. 

No pretendo restarle mérito a Welles pero sí abrir el espacio para el reconocimiento de otras personas que ayudaron a construir su leyenda en el cine.  Ya han elevado a las alturas al guionista Mankiewicz. Es tiempo que se sume el mérito indiscutible de Gregg Toland.

lunes, 2 de agosto de 2010

SHREK PARA SIEMPRE






Por Joaquín Peña Arana

Para Génesis.


     El punto de partida es predecible pero vale la profundidad del planteamiento: si nos cansamos de la vida que llevamos ¿éramos más felices antes?

Porque cuántos papás  se habrán vistos reflejados en el rostro de ese Shrek que se fue agrietando prisionero de la rutina, dañado en su honor de ogro, reducido a mundano padre de familia. ¿Esos papás serían más felices antes, cuando eran solteros, hacían de su vida un papalote y tenían la libertad de pasarse por las armas a cuanta vieja se les atravesara?

Pero, hey, la gran diferencia es que Shrek descubre que, en realidad, la vida actual, no la de antes, es la verdadera.  Cuando desafía a su hoy para crear un hoy alterno el resultado es la aniquilación de lo anteriormente construido que, con sus defectos o virtudes, era la elección correcta.

Recuerdo a un guardia de seguridad que, ya hace tiempo,  me pidió un aventón cuando salí del trabajo. De repente, a medio camino, hizo un gesto de profunda desesperanza al tiempo que expresó una frase cargada de tristeza: “tener que llegar con la vieja”. Inmediatamente, me invitó nos fuéramos a una cantina. Yo lo dejé en la avenida a la cual le prometí llevarlo. Se bajó con el signo de la derrota.

     Si lo equiparamos con la realidad de Shrek, el ogro debe dárselas no sólo de afortunado sino,además, ser capaz del hallazgo de la felicidad. Antes, tuvo que probar el amargo sabor de la ausencia.

Shrek 4, Shrek Capítulo Final o Shrek Para Siempre, cualquiera que sea el título con el que llegó a nuestras pantallas, es un producto de mejor acabado que su predecesora. Si en verdad es el cierre de la historia, es una elección acertada. Verla en 3D es otro rollo. Sin afanes fetichistas pero todavía no me puedo quitar de la cabeza a la Fiona guerrera. ¿Habrá una así en la vida real? Eh, mejor me detengo, no vaya a pasarme como a Shrek y mi deseo se vuelva realidad.